viernes, 2 de diciembre de 2022

  Consideraciones en el umbral.

  En los temas culturales cuya comprensión se basa mayoritariamente en la interpretación de comunicaciones y no en la observación, el resultado es que cada interesado en el tema desarrolla ideas propias exclusivas.  En la mente estas ideas tienen asociados unos nombres, generalmente los mismos compartidos, estos sí, por todos.

  Para evitar una parte de la confusión en el contraste de ideas, se necesita un vocabulario técnico muy bien definido sin opción a interpretaciones subjetivas. Esta condición es exactamente lo contrario de la situación en los textos alquímicos: su vocabulario, cuanto más técnico, más ha sido interpretado por cada alquimista según su propia visión de los procesos o su propio capricho.

  Ningún término se escapa a esta regla, pero veamos el ejemplo del mercurio. En un determinado momento fue clasificado como metal y como espíritu, lo que venía a ser una contradicción en los términos: el metal se definía como sólido y oxidable, pero no sublimable; el mercurio era líquido, no oxidable pero sí sublimable.

  Lo primero, al parecer, que llamó la atención de los alquimistas fue su capacidad disolvente de metales, especialmente del oro, propiedad usada en orfebrería. Lo segundo que los metales fundidos, especialmente plomo y estaño, tomaban la apariencia de mercurio. A partir de aquí se difundio la idea de que el mercurio era, junto al azufre, la materia prima de los metales. Esta teoría nunca se abandonaría en alquimia, pero la sustancia mental del mercurio iría cambiando: primero fue el mercurio natural, llamado vulgar; luego ese mismo mercurio, pero despojado de pretendidas impurezas adheridas a sus sustancia; luego el mercurio purificado se deshizo del azufre natural como progenitor de los metales y quedó único con su azufre interno connatural. En otra línea, por razones filosóficas, se desechó el mercurio natural, tratado como se tratase, y se optó por extraerlo de un metal. El último paso siguió esta línea: se rechazó cualquier origen minerometálico, y se optó por corporificar un presunto mercurio universal. En esta fase el mercurio dejó de ser materia prima exclusiva de los  metales y paso a ser materia prima (o parte) de todo lo existente.

  Lo anterior, en esquema, solo en lo que se refiere a las consideraciones teóricas del mercurio de partida hacia el mercurio alquímico. No nos referimos a una evolución en los conceptos, sino a diferentes puntos de vista en diferentes tiempos, pero siempre coexistentes todos y aptos para ser usado por cada alquimista en sus especulaciones.

  Muchos términos (oro, azufre, agua, etc.) tienen una historia similar, no fácil de desenredar, pero posible si fueran estancos. Pero no lo son y la complejidad de los términos crece geométricamente cuando ciertos atributos de un nombre se presentan con otro nombre. Así, oro, tintura, azufre y ... mercurio, pueden ser lo mismo o referirse a conceptos muy diferentes en autores diferentes e incluso en una misma obra.

  Es realmente un laberinto, cuyo hilo es admitir que todos los autores hablan efectivamente de lo mismo: de nada reproducible. La alquimia es literatura de evasión.


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