En la ciencia natural antigua se daba el
nombre de piedras a los minerales en estado natural y
algunos elaborados de uso común, como los metales o el vidrio. Ese fue
también el uso en la alquimia griega y, juzgando por Rasis, y también en los
orígenes árabes. Pero los alquimistas monistas, los que partían de una sola
sustancia y buscaban un solo elixir, dieron el nombre de piedra su
materia prima. Finalmente el nombre se extendió a todas las sustancias de uso
en alquimia, tanto si eran minerales, animales o vegetales.
A partir de la expresión piedra no
piedra, el término piedra, en solitario, adquirió un sentido
enigmático y, dependiendo de los autores, fue aplicado a sustancias a todo lo
largo del proceso alquímico, desde la materia inicial natural (por ejemplo,
el mercurio-Hg) hasta la materia final, la piedra filosofal.
El nombre común de la piedra no piedra,
piedra bendita, piedra oculta, piedra de los filósofos, fue silenciado por
unos, pero declarado por otros, y esto ya desde la época bizantina. Pero para
el alquimista unicista dar un nombre vulgar es tanto como rotularlo de inútil
para alquimistas posteriores. Si se quiere continuar con el misterio, si se
quiere aparentar ser un hierofante, no se puede declarar públiamente el
misterio.
En
general se admite que la obra alquímica preservada atribuida a Demócrito es
un epítome tardío cuyo original se remontaría a la segunda mitad del siglo II
dC. Esta obra abarcaba cuatro temas acerca de la fabricación de
sustancias preciosas: púrpura, oro, plata y gemas. Tanto para el oro como la
plata, lo que se tiene es un conjunto de recetas de mezclas y aleaciones de
varias sustancias, cada una aportando una cualidad al producto final. Eran
recetas artesanales: nada que se
pareciera a un elixir único o privilegiado, ni a una sustancia única o
privilegiada y muy alejadas de una teoría formada, si se excluyen los vagos
axiomas de Ostanes.
No
obstante, a Demócrito le fue atribuido haberse referido a una elusiva
sustancia descrita como piedra no piedra, que haría historia:
C'est pour ces raisons que mon excellent
(maître), Démocrite, distingue lui-même et dit: Reçois cette pierre qui n'est pas une
pierre, cette chose précieuse qui n'a pas de valeur, cet objet polymorphe qui
n'a point de forme, cet inconnu qui est connu de tous, qui a plusieurs noms et
qui n'a pas de nom.
(CAAG, 3,6,6. Zósimo añadió:
«Je veux parler de l'aphrosélinon»).
Hortus
sanitatis (1491)
Esta cita fue transmitida en la Turba
por el maestro Pitágoras, y al pasar al latin el afroselino (lit.
espuma de luna) se conviritó en esputo de luna.
Sermo 13. Una illa res in unoquoque
intrat regimine; quae ubique invenitur, quae la pis est et non lapis, vilis
et pretiosa, obscura, celata et a quolibet nota, unius nominis et multorum
nominum: quae est sputum lunae. Hic igitur lapis non est lapis, et quamquam
pretiosus est, nihilo venditur.
(Esa cosa única entra en cada régimen, se
envcuentra en todas partes, es una pidra no pidra, vil y preciosa, oscura,
ocultada y conocida por culquiera, de un nombre y de muchos nombres.. Es la
saliva de luna. Esta piedra no es piedra y anque preciosaes, se vende por
nada.)
Griegos, árabes y latinos se dejaron
seducir por el enigma y se fueron sucediendo las identificaciones. Otro fragmento,
también
atribuido a Zósimo, donde se expone un proceso para obtener la cal de
alabastro, dice de ella:
Vous détenez le mystère incommunicable
auquel personne parmi les prophètes n’a osé initier par la parole: il les
faisaient seulement par leurs procédés gestuels. Car cet élement capital, ils
l’appellaient dans leurs écrits obliques la pierre qui n’est pas une pierre,
celle qui est inconnaisable et connue
de tous, celle qui est indigne d’honneur et
très honorée, celle qui n’est pas un cadeau, tout en étant un cadeau
divin.
Las primeras menciones carecían de un contexto de aplicación, de manera que los alquimistas, al parecer ya
desde Zósimo, se vieron obligados a adivinar no solo su naturaleza, sino
también su uso en la obra. Dos de las suposiciones fueron: un agente
indipensable para realizar las transformaciones requeridas, como aparece en
la mencionada Turba; una sustancia natural que contenía solo ella todo
lo necesario para la obra, como en el Secretum secretorum de
“Aristóteles”, donde la piedra fue identificada con los huevos.
O Alexander, tibi tradere volo secretorum
maximum secretum, et divina potentia iuuet te ad perficiendum propositum et
ad celandum archanum. Accipe ergo lapidem animalem, vegetabilem et mineralem,
qui non est lapis nec habet naturam lapidis. Et iste lapis quodammodo
assimilatur lapidibus montium, minerarum et plantarum et animalium, et
reperitur in quolibet loco et in quolibet tempore et in quolibet homine. Et
convertibilis est in quemlibet colorem. Et in se continet omnia elementa et
dicitur minor mundus. Et ego nominabo ipsum nomine suo quo nominat ipsum
vulgus, scilicet, terminus ovi, hoc est dicere, ovum philosophorum.
(Alejandro, quiero transmitirte el máximo
secreto de los secretos. Que el divino poder te ayude a alcanzar tu propósito
y y ocultar el arcano. Toma pues la pidra animal, vegetal y mineral, que no
es piedra ni tiene naturaleza de piedra. Esta piedra en cierta manera es
semejante a las piedras de los montes, de las minas, de las plantas y de los
animales, y se encuentra en cualquier lugar y en cualquier tiempo y en
cualquier hombre. Es convertible en cualquier color y contine en sí todos los
elementos y es llamada mundo menor. Yo
te la nombraré con el mismo nombre que se la llama corrientemente, es
dicr, el término del huevo, es decir, el huevo de los filósofos.)
Es
conocido el pasaje de Morienus, en el que respondió a Chalid sobre la cosa
única:
Haec enim res a te extrahitur: cuius
minera tu existis; apud te enim illam inveniunt et, ut verius confitear, a te
accipiunt.
(Esta sustancia se extrae de ti: tu eres su
mina, en ti la encuentran y en verdad de ti la toman.)
La fuente probable de este pasaje se encuentra
citada en Senior (quizás dos siglos anterior a Morienus). Un rey-maestro, transcrito como Marchos dio a un
rey-discípulo (Sohalta) una descripción similar, que Senior interpretó como el agua:
Senior, 1560, p. 73: «[Sohalta] Interrogavit
regem Marchos de cognitione lapidis.
“Omnis homo, inquit, cognoscit illum et
apud unumquemque est de cognitione eius utilitas que non est apud alium.
Vtilitas vero quam queris non est nisi apud dominos barbi, id est,
doctiores”.
Et dixit scilicet: “Domine mi rex:
Invenitur quando queritur?”
Respondit etiam Marchos: “Non est in mundo
quae cognoscitur quam illa. Unusquisque et omnis homo indiget ea et est apud
illum, nec potest etiam esse sine illo».
Intendit philosophus omnia quae dicit
aquam: invenitur enim aqua in omni loco, in vallibus, in montibus et apud
divitem et pauperem, robustum et debilem. Et talibus similitudinibus utuntur
omnes sapientes in lapide suo, qui est spiritus humidus.
([interrogó
al rey sobre el conocimiento de la piedra.
“Todo hombre, dijo, la conoce, en cada uno
está y en cada uno hay un conocimiento de ella que no hay en otro. Pero la
utilidad que buscas solo la conocen los señores del templo, es decir, los
doctores.”
Y le dijo: “Señor rey mío: ¿Se la encuentra
cuando se la busca?”
Respondió Marchos: “Nada en el mundo es tan
conocido como ella. Todos y cada uno de los hombre la necesita y está en él y
no puede existir sin ella”.
En todo lo qu dice el filósofo se refiere
al algua: El se encuentra en todo lugar, en valles y montes, en el rico y en
el pobre, el fuerte y el débil. Todos los sabios usan tales similitudes de su
piedra, que es un espíritu húmedo.)
Este pasaje se encuentra también refundido
en un fragmento árabe dedicado a la piedra:
Berthelot & Houdas, CMA 3, p. 124.
Interrogé par Safendja, roi du Saïd, Marqouch, roi d'Égypte, fils de Tsebet,
roi d'Abyssinie, répondit: Il n'y a rien d'aussi commun, dans ce monde, que
cette chose mystérieuse; elle se trouve en plus grande quantité que n'importe
quoi sur la surface du globe; il y en a chez le riche et chez le pauvre, chez
le voyageur et chez celui qui est sédentaire. Sans elle, tous les êtres créés
mourraient.
Este mismo
texto
tiene la
siguiente cita de María:
Marie la Sage, fille du roi Saba, disait:
C'est une chose mystérieuse, admirable; elle est méprisée, on la foule aux
pieds. Mais ce mépris qu'on a pour elle est une faveur du ciel, qui fait
qu'elle est ignorée des sots et qu'elle demeure oubliée.
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1 comentario:
hola , buenas tardes.
vengo a agradecer y felicitar por el exlcente y muy interesante contenido que nos comparte. A quienes practicamos el Arte nos es de una ayuda muy grande.
Quisiera preguntar: sabe qué fue del blogg Naturales y mistica? no lo enceuntro, y tenía material muy semejante .
Un cordial Saludo.-
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